LAS AVISPAS NO MIENTEN

MIRAMUNDO por Gabriel Rumor

No pueden mentir, en efecto. Les está prohibido porque se castiga la deshonestidad y si una reina intenta aparecer más peligrosa de lo que realmente es, resulta agredida  ferozmente por sus rivales y sufre modificaciones fisiológicas que reducen su capacidad reproductiva.

Así afirma el estudio de un equipo de la Universidad de Michigan, publicado por los Proceedings of the National Academy of Sciences de los Estados Unidos, que reseña La Repubblica romana: que la comunicación es fundamental en muchos campos del reino animal y que algunas especies de insectos poseen sistemas de señas que permiten evaluar la fuerza del adversario potencial y ayudan a no cazar peleas que estarían condenadas a la derrota; siempre y cuando, naturalmente, haya confianza mutua…

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En el caso de la avispa, si para la más fuerte es evidente la ventaja de ser honesta, lo que frena a la más débil fingir mayor fortaleza es el alto costo en términos sociales y fisiológicos de emitir signos inadecuados; vale decir que quien intenta ir por lana con desplantes resulta finalmente trasquilada.

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El estudio ha detectado que una forma particular de las manchas oscuras presentes en la cara de estos insectos representa una suerte de sistema comunicacional que permite comprender al rompe cuán peligrosa es una hembra, porque a mayor irregularidad es mayor su peligro, y esto es una información fundamental en una especie donde las reinas riñen con particular violencia para hacerse con los nidos mejores.

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Con la paciencia proverbial de su oficio, durante casi dos horas, los científicos observaron como en un ring-side la lucha de una reina con el rostro modificado con otra natural, registraron todos los golpes y heridas inferidas a cada combatiente, comparándola con otra de contendientes normales, y comprobaron que la reina camuflada era agredida con redoblada vehemencia por su rival.

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Es, por supuesto, una dura lección para la perdedora, con efectos de largo plazo del punto de vista fisiológico, porque reduce la producción de una hormona con funciones análogas a los andrógenos humanos, cuyos niveles son responsables de la dominación, la agresividad y la fertilidad, mientras que, por el contrario, se registra su aumento en la reina vencedora.

Varsovia, agosto 2016.