Una insólita pista sobre los cambios climáticos

Miramundo por Alberto Valero, Corresponsal internacional

Varsovia, abril 2013

El Guardian londinense informa del sorpresivo aliado con que cuenta un grupo de científicos para investigar los cambios climáticos experimentados por nuestro planeta: las trazas secas de orina dejadas por un pequeño roedor.

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Se trata, según el matutino, de un animalito muy parecido al hamster, el conejo de las rocas (Procavia capensis), de 50 centímetros y peso inferior a 4 kilos, altamente sociable y ruidoso, que habita en las fisuras de las rocas en Asia y Africa, durante lapsos tan prolongados que en Sudáfrica se localizó una madriguera con  antigüedad de 55 mil años…

Hasta ahora, los conejos habían sido objeto de estudio por la curiosa variedad de hasta 21 sonidos, similares a los ya conocidos de ballenas, primates y murciélagos, que emiten según su edad, sexo, tamaño y estado hormonal, y sus secreciones se utilizan desde tiempos inmemoriales al sur de Africa para tratar la epilepsia y las convulsiones y, más recientemente, diluidas en alcohol, sirven a ingeniosos perfumistas como base de un almizcle animal natural.  

Y como los conejos suelen usar el mismo lugar para orinar cotidianamente, generan una capa gruesa y viscosa, que seca de manera rápida, con un contenido de polen, pedazos de hojas, hierbas y burbujas gaseosas que brinda una imagen bien precisa del clima reinante en ese lugar en un periodo determinado.

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 El profesor Brian Chase, de la Universidad de Montepellier, en Francia, se ocupa entonces de recoger esas muestras y analizarlas para descubrir cómo los cambios climáticos, incluso en lugares tan distantes como el Océano Artico y la Antártida, han afectado el medio ambiente.

Ya se sabía que muchas cosas sucedieron poco después del final de la última Edad Glacial, por notables caídas en las temperaturas en el Artico, cuando grandes lagos de agua derretida cayeron en el océano e impactaron el norte de Europa, pero ahora, gracias a los meados del conejo se comprueba que también la actual Sudáfrica experimentó un enfriamiento significativo, común, quizás, al resto de la Tierra.

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El doctor Chase expuso sus hallazgos en la conferencia anual de la Asociación Norteamericana para el Avance de la Ciencia, en Boston, en el marco de la preocupación que anima hoy al mundo académico y político por el impacto que el calentamiento global pudiera tener en el futuro de la humanidad.