Es difícil vivir en un castillo

MIRAMUNDO por Gabriel Rumor, corresponsal internacional

 Chateau

Le Figaro ha consagrado un  reportaje dominical a la selecta cofradía de locos –así los califica- castellanos que en Francia invierten tiempo, esfuerzos y buena parte de sus fortunas a restaurar los palacios donde viven y conservarlos como patrimonio de la cultura nacional.

Es el Cadet Rouselle, un club selecto donde cada miembro posee uno, dos.. !incluso tres !… propiedades. Decoradores, artistas, productores de TV, todos tan chiflados como madame Eve Ruggieri, que hace cuarenta años adquirió el castillo de Beaumont, en el departamento de Gers, en ruinas, sin techos ni ventanas, sin agua ni  electricidad, y lo ha visto crecer hasta adquirir su pasado esplendor, en una historia de amor que, según confiesa, la induce a veces a hablarle, como si se tratase de un ser humano…

Castillo de Azay-le Rideau,Francia

El comienzo ocurrió en 1997, refiere el diario parisino, cuando Claude Aguttes, un funcionario relacionado con la subasta de muebles antiguos, convidó a sus oficinas en los Champs-Elysees a un grupo de amigos, en quienes sospechaba la misma inclinación patológica que no sólo lo impulsó tres decenios antes a mudarse al castillo de Blanzat donde, hoy, suele reunirse con sus 22 nietos, sino a comprar, desde entonces, otros monumentos en ruinas como los castillos de La Prune-au-Pot en el Berry y de Tournoël, sobre la ciudad de Volvic, abandonado después de cuatro siglos, en cuya restauración invirtió más de millón y medio de euros.

monsieur Aguttes

La intención de monsieur Aguttes era convencer a otras personas acaudaladas de comprar algunos de los 45 mil monumentos históricos del patrimonio nacional, en lugar de un tercer yate… Nada que ver  con personas plañideras, quejosas de las penosas reparaciones y de las cañerías que se revientan en el invierno, sino con poetas, artistas y empresarios capaces de extraer placer del arduo trabajo que implica devolver vida a un edificio en ruinas.

Y, sobre todo de gentes que no se preocupasen más de lo razonable por los gastos de una operación, por lo general exhorbitante, a despecho de las subvenciones oficiales y de la posibilidad de una deducción de los impuestos al permitir el ingreso ocasional de visitantes ; o, como el humorista Yves Lecoq, que acostumbra alquilar sus castillos en Essone, Charente y Picardie para la filmación de películas de ambientación histórica.

Schloss-Prugg_frontside

Los mueve, en general, continúa Le Figaro, una suerte de búsqueda estética.

Como el famoso abogado Jacques Garcia, ex-patrón de la casa Sotheby´s, que adquirió y reparó el castillo de Saint-Aubin, « seducido por el racionalismo, la elegancia y la simetría, que corresponden al  ideal de mi gusto por las artes decorativas de fines del siglo XVIII »; pero están lejos del cliché de aristócratas ociosos, satirizados por el cine, como los propietarios del castillo de Cormatin, en Bourgogne, monumento histórico desde 1862, que, ahora restaurado, se mantiene en parte con la admisión de 60 mil visitantes anuales, curiosos de ver la cama donde el cardenal Richelieu se entretenía con sus amantes mientras tejía sus complots maquiavélicos.

Es emblemático el caso del abogado Jean-Michel de Rocquigny, de 58 años, que adquirió el castillo de Villemont, en los bosques próximos a Clermont-Ferrand, abandonado a raíz de un incendio, donde invierte más de cien mil euros anuales con la perspectiva de habitar allí !dentro de treinta años ! luego de techar las habitaciones para él, su mujer  y sus cuatro hijos y extirpar la densa arboleda que ahora recubre la cour d´honneur, de una hectárea de superficie.

Chateau2

Es un sueño muy costoso, desde luego, que algunos, según el sociólogo Jean-Claude Kaufmann, están dispuestos a pagar para escapar de la banalidad cotidiana y dar un sentido a la existencia al emprender una tarea que depasa sus capacidades.

« Con esos apasionados de los castillos –afirma–  la historia deviene un cuento de hadas, tanto más seductor porque se dejará una huella, una marca en la piedra ; en algún lugar, hay en ellos el deseo de existir más allá de la muerte ».

Varsovia, diciembre 2013.