Abrazar un árbol, para celebrar la vida

Nuestra amiga y colaboradora María Eugenia Pinaud nos envía desde París, este poema que escribió para honrar el abrazo a los árboles, como una de las formas mas nobles de agradecer nuestro arraigo a la tierra y a la naturaleza toda, así como también recibir su energía ancestral sanadora.

El 17 de noviembre fue decretado como Día del Abrazo al Arbol.

Maria Eugenia Pinaud abrazando un enorme árbol

Maria Eugenia Pinaud abrazando un enorme árbol

Lo acompañamos de una galería de fotos, que invitamos a enriquecer con las suyas, enviándolas por nuestro mail contacto@tuplanetavital.org

Recibiendo la energía del árbol.Foto Maria Eugenia Pinaud

Recibiendo la energía del árbol.Foto Maria Eugenia Pinaud

Abrazar un árbol

Abrazar un árbol es abrazar al mundo en un segundo.

Abrazas la vida de lo eterno y la sabiduría del silencio.

 

Abrazar un árbol, es entrar en la armonía

de sus profundas raíces

y sentir que tus pies están sembrados en la tierra

y que eres parte de ella.

 

Es descubrir los códigos secretos de nuestra esencia,

que están ocultos dentro de sus membranas,

y al igual que las notas en un pentagrama,

ella, la tierra, lleva toda la historia de la sinfonía de nuestra vida.

 

Abrazar un árbol, es entrar en contacto con el gran director de orquesta,

suaviza los sonidos agudos y mejora aquellos graves,

para armonizar cada nota con la vibración justa,

equilibrando todos tus mundos disonantes transformándolos en música.

 

Al Abrazar a un árbol, te reconcilias con la madre tierra,

ella te reconecta, sin palabras, abrazándote con su alma,

y devolverte la esencia divina a la que perteneces.

Maria Eugenia Pinaud, París 2013

Otro abrazo de María Eugenia

Otro abrazo de María Eugenia

 

María Eugenia no se cansa de abrazar árboles

María Eugenia no se cansa de abrazar árboles

Marisela Valero abrazando un árbol en Londres. Foto Nidia Hernández
Marisela Valero abrazando un árbol en Londres. Foto Nidia Hernández

Marisela tampoco se cansa de abrazarlos. Foto Ana María Rafensperger

Marisela tampoco se cansa de abrazarlos. Foto Ana María Rafensperger